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Bajos Instintos 2 (Basic Instinct 2)

Allá por 1992 apareció en la cartelera un thiller erótico llamado Bajos Instintos. Respaldado por la experiencia de su director, Paul Verhoeven, creador también de Total Recall y Robocop, y de su guionista, Joe Eszterhas, responsable de, por igual, dramas con carga sexual como Sliver o Showgirls, este improbable éxito en taquilla vino a colocar a Sharon Stone como la sex symbol de los 90, y a Michael Douglas que, si bien no lo lanzó a la fama, si refrendó su estatus de conquistador en la pantalla grande.


Después del éxito obtenido con esta cinta - logró recaudar casi 120 millones de dólares sólo en EE.UU, con un presupuesto de 49 millones de dólares - era lógica una segunda parte, pero debido a problemas con el guión, el director y los actores principales - Stone, después de la demanda que interpuso en contra de Verhoeven por la famosísima escena del cruce de pierna, no deseaba regresar a su papel, además que en 2001 demandó también a los productores de la segunda parte por no dar luz verde al proyecto - se retrasó casi 14 años el proceso de pre - producción y filmación.

Ahora en 2006 regresa Catherine Tramell (Sharon Stone), con la -supuesta- misma carga sexual, aunque con diferente escenario: Londres. Al igual que en la primera parte, la cinta parte de la misteriosa muerte del amante en turno de Catherine: Kevin Franks (Stan Collymore), jugador que muere cuando él y Tramell tienen un accidente automovilístico .

Es entonces que Catherine es llevada a juicio (un juicio corto, que se agradece) y en el que es examinada por el psicoanalista Michael Glass (David Morrissey), el cual viene arrastrando culpas por un caso anterior, en el que 'protegió' de cierta manera a un asesino.

Catherine, por supuesto, intenta seducirlo (que sería de la película sin esta distinción), pero como todos sabemos, la seducción de ella es un juego que debe ser a través del poder, no sólo por el gusto de recrearla. Glass pone un freno a las intenciones de su paciente (en un giro forzado de la historia, ella pide su consulta, sino qué instintos básicos veríamos) Éste, además, pasa por un mal rato, ya que su ex esposa está teniendo relaciones con el periodista Adam Towers (Hugh Dancy), el cual quiere exponerlo a través de un artículo sensacionalista.

Básicamente, lo anterior es lo que desata la anécdota de la película. Instintivamente creeríamos que el personaje principal es Catherine Tramell, pero no, es el psicoanalista quien carga con la mayor parte de la película. Stone es el remanente de la primera parte, y lógicamente esto arruina la expectativa del cinéfilo.

Si quitáramos el papel de Tramell, o sólamente fuera una película sobre la búsqueda de un asesino suelto en Londres, la película no tendría tantas fallas, pero al insistir o rumorar que la asesina es Catherine y ésta es la que mueve los hilos de la trama, esto se convierte en un camino sin salida.

El gran error del filme, tanto mercadotécnico como de dirección, es la poca carga sexual a la que se intenta apelar. Será tal vez que las partes 'más jugosas' de la cinta fueron eliminadas, que el esperado encuentro sexual entre los protagonistas es por demás insípido, rápido y poco imaginativo (qué esperanza de ver ese revuelco de pasiones entre la Stone y Douglas, con todo y espectáculo vouyerista)

La cinta nos presenta 3 o 4 encuentros íntimos, la mayoría con la presencia de la Señora Stone y uno entre el Doctor Glass y Michelle Broadwin (Flora Montgomer), una farmacobióloga (o vayan ustedes a saber que), el cual es de pena ajena (el doctor recuerda haber leído en un libro de Catherine un episodio en el que un personaje jala salvajemente el cabello de su amante, mientras tienen sexo, y éste con la nula excitación que proyecta, hace lo mismo, todo porque ve la fotografía de la escritora en la contraportada de una de sus novelas)

El mérito de esta cinta es que, al igual que su antecesora, trata de jugar con la identidad del asesino, el cual puede ser cualquiera de los implicados, ya sea Catherine, el Doctor Glass, el detective Washburn (David Thewlis) quien lleva la investigación del caso, la colega de Glass, la Doctora Milena Gardosh (Charlotte Rampling) o la ex esposa de Glass, Denise (Indira Varma)

Insisto, no es película deplorable (tiene momentos rescatables, como cuando Catherine se sienta en una silla y comienza a decirle al doctor cómo le gustaría a él tener sexo con ella), si no fuera porque es la segunda parte de Bajos Instintos. La tensión sexual, el cachondeo y la mala leche de Catherine no se sienten, tampoco se siente justificada la presencia de Charlotte Rampling (un papel secundario que no despega, no propone y que se antojaba para tener un encuentro con la Stone.

Michael Caton-Jones, el director, intentó conducir la película hacia el lado 'intelectual' (por llamarlo de alguna forma) y se olvidó que estamos hablando de una secuela (toda secuela debe tener el doble de aspectos, por lo menos) que requería explotar mucho más el personaje de Catherine, presentarla con vulnerabilidad, por lo menos en un pestañeo de ojos, y que la figura masculina debía ser más desafiante. A la par de estas observaciones, también una planeación de locaciones hubiera estado perfecta (el consultorio del doctor lo vemos más de lo necesario)

Sin duda no fue el regreso triunfal de Sharon Stone, como se esperaba, a pesar de que no decepciona en su apariencia -todavía soporta, con orgullo, un par de close-ups-, pero 14 fueron muchos años de espera y pocos resultados en pantalla. La carrera de Caton-Jones no se sabe si declinará (por lo menos tiene en su haber la excelente This Boys´s Life, con la única, a mi parecer, buena actuación de Leonardo DiCaprio)

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